CHARLAS CON CIENCIA

"Desde chiquita siempre fue un sueño estudiar antropología"

Una becaria doctoral del CONICET nos demuestra que los sueños se pueden hacer realidad.


Romina Vazquez, becaria doctoral del CONICET y docente de la UNRN. Foto: gentileza becaria
Romina Vazquez, becaria doctoral del CONICET y docente de la UNRN. Foto: gentileza becaria
Romina Vazquez, becaria doctoral del CONICET y docente de la UNRN. Foto: gentileza becaria

Romina Vazquez es becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), licenciada en antropología en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), se encuentra finalizando su doctorado y es docente en la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) y su lugar de trabajo es en el Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología (IIPG, CONICET-UNRN).

- Contame, ¿cuáles fueron los motivos en tu vida que te llevaron a estudiar antropología?

Cuando tenía 7 u 8 años siempre leía las revistas Anteojito y Billiken, en cada una de ellas había una sección de historia y arqueología, siempre recortaba las figuritas y leía las historias de los descubrimientos en Egipto, México y otros países, me llamaban mucho la atención aquellos que tenían que ver con monumentos y momias, las coleccionaba, tenía una carpeta llena. Lo único que no sabía que disciplina estudiaba todos esos acontecimientos, pero un día leyendo veo la palabra arqueología, agarré el diccionario y la busqué, decía: 'es aquella disciplina que estudia artes y monumentos antiguos', en ese momento dije, quiero hacer esto. A partir de ahí fue una motivación querer estudiar arqueología. Con el tiempo seguía leyendo mucho, compraba enciclopedias, cortes de revistas y libros, pero para mí era algo inalcanzable. Más adelante investigando, ya en la secundaria, me cuentan que hay una carrera que se llama antropología, que incluye a la arqueología, y fue ahí que me acerque a la Facultad de Ciencias Naturales y Museo, de la Universidad Nacional de La Plata, y me contaron que allí se encontraba la carrera, que era pública y que podía arrancar ni bien terminara la secundaria, ni lo dude cuando escuché eso porque para mí desde chiquita siempre fue un sueño estudiar antropología.

- Tu especialidad es la tafonomía de restos óseos humanos, me podrías explicar sobre ello.

Básicamente lo que estudia la tafonomía son todos los procesos que le ocurren al individuo desde el momento en que muere hasta que es recuperado por un investigador. En todo ese proceso al cuerpo y después a los huesos le suceden cambios, modificaciones. Específicamente, lo que realizo es el análisis tafonómico sobre restos óseos humanos de sitios arqueológicos de Norpatagonia; estudio las marcas o modificaciones que han quedado en esos huesos. Digo hueso porque podría incluirse también como parte de este proceso tafonómico el proceso de descomposición cadavérica, proceso previo a la esqueletización y del cual se encarga otra especialidad de su estudio. El antropólogo empieza a estudiar los procesos tafonómicos cuando el individuo queda esqueletizado. A partir de las marcas que quedan en los huesos puedo inferir, por ejemplo, si el individuo estuvo depositado en un ambiente donde había vegetación, ya que la acción de las raíces sobre el hueso deja una marca particular; puedo inferir si los huesos fueron alterados por animales ya que ciertos animales dejan marcas particulares, o también sí estuvieron expuestos a la intemperie, por cambios característicos en la coloración del hueso y en el aspecto de su superficie, etc. Esta información que se desprende de un análisis tafonómico no solo es de interés y utilidad para resolver problemas arqueológicos de las poblaciones de cazadores recolectores que habitaron en el pasado en nuestra región, sino que también resulta relevante para resolver casos vinculados a investigaciones forenses. Te doy un ejemplo, si se produce el hallazgo de restos óseos humanos dentro de una bolsa plástica, en un descampado, y del análisis tafonómico se desprende que los huesos presentan marcas de raíces entonces se puede inferir que ese individuo estuvo previamente enterrado en contacto con raíces (escena primaria) y posteriormente exhumado y colocado en la bolsa plástica (escena secundaria). Entonces investigar sobre los procesos y agentes que provocan esas marcas generan información válida para las dos disciplinas, la arqueología y las ciencias forenses.

- ¿Por qué elegiste esa especialidad?

Siempre me gustó el estudio de los restos óseos humanos. Si bien durante la carrera estudié otros materiales arqueológicos, como la cerámica y el lítico que es todo lo referido a los artefactos en piedra; los restos óseos humanos siempre me llamaron la atención. De niña visitaba mucho el Museo de La Plata. En ese momento se exhibían mucho los restos óseos humanos y era algo que me generaba mucha curiosidad. Además, en el transcurso de la carrera fui viendo el potencial de información que se puede obtener de un hueso, saber el sexo, la edad, la dieta, su antigüedad, el ambiente en el que pudo estar enterrado, en fin, se puede saber sobre muchos aspectos biológicos y culturales de una población que habitó en el pasado.

- Actualmente sos becaria doctoral del CONICET, ¿dónde estás estudiando y cómo viene el proceso?

Me recibí de antropóloga en la Universidad Nacional de La Plata y vine a hacer el posgrado a la Universidad Nacional de Río Negro. Actualmente estoy finalizando el doctorado Mención en Ciencias de la Tierra con una beca del CONICET. Elegí este doctorado ya que el análisis tafonómico de los restos está fuertemente vinculado a procesos que estudian las Ciencias de la Tierra. Combino el estudio de los huesos con la geología, sedimentología, edafología y geomorfología. El proceso de tesis va muy bien. Este es mi último año de beca, de hecho, me encuentro en terminando el manuscrito de la tesis doctoral que en breve ya entrego.

- Una de tus últimas publicaciones fue realizada en la Revista del Museo de Antropología bajo el título: Tafonomía y preservación diferencial de restos óseos humanos del norte de la provincia del Neuquén, ¿de qué se trata la publicación?

Aquihuecó y Hermanos Lazcano son dos sitios muy importantes que están en la provincia de Neuquén, en el departamento de Chos Malal exactamente. La particularidad que tienen estos sitios reside en que son dos lugares muy antiguos, estamos hablando de entre tres y cuatro mil años de antigüedad y que presentan un número muy elevado de entierros humanos. En Aquihuecó hay aproximadamente cuarenta y tres individuos inhumados hasta el momento, más el material que se ha encontrado en superficie porque en ocasiones la erosión eólica, que es muy característica de esta región, hizo que los huesos que estaban enterrados se expongan a la superficie y consecuentemente se desarticulen y desplacen de la posición original. En Hermanos Lezcano se produjo el hallazgo de cerca de doce individuos, concentrados en un área particular, al igual que el sitio Aquihuecó. Estos sitios con muchos entierros humanos no suelen ser muy frecuentes de encontrarse. Si bien hay zonas con un elevado número de inhumaciones (como son los sitios Loma de La Lata, Caepe Malal, Remeco), por lo general están más representados los sitios con un individuo. Volviendo con Aquihuecó y Hermanos Lazcano, otra de las particularidades que tienen es que tienen similar antigüedad, además de un gran volumen de inhumaciones. Son cercanos en distancia y están enterrados en dos médanos parecidos, tienen muchas características parecidas. Sin embargo, cuando uno analiza los huesos se da cuenta que la preservación es distinta, los de Aquihuecó presentan muy buena preservación de sus restos, sin embargo, en Hermanos Lazcano es muy mala, es decir, que los huesos están muy fragmentados y deteriorados en su superficie. Nos ha pasado que durante la excavación del sitio Hermanos Lazcano, los huesos se iban rompiendo durante el levantamiento debido al grado de deterioro, es por eso por lo que fue muy importante realizar la identificación in situ de esos huesos. Entonces la pregunta disparadora para encarar ese trabajo fue, si tienen la misma antigüedad, son entierros primarios emplazados en situaciones similares, ¿por qué notamos que hay una preservación diferencial?, el trabajo trata sobre eso, la discusión de la preservación diferencial a partir de datos no solamente obtenidos de los huesos sino también datos geológicos y sedimentológicos. Así se dispararon algunas interpretaciones tafonómicas que luego serán profundizadas y discutidas en mi tesis doctoral.

- En este momento sos la única antropóloga que pertenece al IIPG, ¿cómo entraste a trabajar?

Hasta el año pasado en este Instituto estaba la Dra. Marien Béguelin, investigadora del CONICET, también antropóloga recibida en la Universidad Nacional de La Plata. Ella fue quien me incentivó a venir acá y trabajar en conjunto en el marco de tesis doctoral. Apenas me recibí en La Plata estuve de acuerdo con su propuesta y me mudé a General Roca en el año 2015, año en el que obtuve la beca doctoral del CONICET.

- ¿Cuáles son tus proyectos a futuro?

Uno tiene que ver con profundizar en los estudios tafonómicos de restos óseos humanos pero el nivel microestructural y en ejemplares, esta vez, actuales de esta región. Con este tema, justamente, desarrollé mi proyecto para postularme a beca posdoctoral del CONICET. El objetivo general de este proyecto es profundizar en el análisis de los rasgos microestructurales de restos óseos humanos, desde una perspectiva tafonómica en huesos actuales. La idea es que la información obtenida contribuya a preguntas del campo de la investigación forense, principalmente porque es frecuente que se produzca el hallazgo de restos fragmentados, mezclados, quemados y mal preservados, de los cuales se necesite conocer cierta información, como la estimación del intervalo postmortem (es decir, después de la muerte), la reconstrucción del lugar de depositación primaria o de los posibles escenarios postmortem desconocidos (secundarios), la reconstrucción de los eventos postmortem y la distinción entre aquellas evidencias provocadas por el foul play de aquellas marcas causadas por otros factores tafonómicos. Hay que pensar a las marcas que quedan en los huesos como potenciales indicios del accionar de ciertos agentes, humanos o naturales, para aportar en el proceso judicial a modo de prueba. También la propuesta surgió tanto de mi experiencia como docente de la carrera Licenciatura en Criminología y Ciencias Forenses de la Universidad Nacional de Río Negro, como del estímulo generado a partir de la creación del Programa Nacional Ciencia y Justicia que incentiva el acercamiento entre la comunidad científica y los poderes judiciales, Ministerio Público de la Defensa y defensores, en particular entre la bioantropología y las ciencias forenses, para la intervención en determinadas problemáticas sociales. Además, la información microestructural es muy importante para analizar aspectos biológicos de un individuo que en ocasiones macroscópicamente no se ven. Por el momento mi proyecto es obtener la beca posdoctoral para llevar adelante los objetivos anteriormente mencionados, y poder también, vincular la parte científica con la carrera de criminología de la Universidad Nacional de Río Negro.


Por Nahuel Aldir


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